Pecados disfrazados de juventud me ataron,
La ignorancia fue mi más grande aliada,
Tras días y meses de sentirme tu “amada”,
Cae el telón de la dulce infancia y con el mis añoranzas,
¿Cómo he podido enaltecer su existencia?
Es mi naturaleza, mi inevitable esencia,
No era más que una siempre estrella,
Y le entregué el universo para embriagarnos con su fuerza,
Me cobijé en sus brazos en las noches lluviosas,
Cual niña caminé de su lado por las sombras,
Pero tu frialdad opacaba las órbitas,
La oscuridad de sus ojos jamás se dispersó,
Mi ingenuidad quería salvarle de la perdición,
Sin saber que construía mi castillo hacia la desolación,
Posando mis esperanzas sobre su infame corazón,
Fue sol, luna y una constante amargura,
Rompió paso a paso toda mi ternura,
Evadió mi cariño implacable, lleno de locura,
Toda admiración se transformó en injuria,
Aquello que creí estuvo errado,
Nulas son las sensaciones hacia un extraño,
No existen más versos porque estas muerto, Desde el día que derogaste mis sentimientos.
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