En mi absoluto silencio me gusta cuando me desespero por encontrarte, a veces me olvido de quien soy e intento perderte, pero mi esencia me llama para buscarte, salgo ensimismada en busca tuya, quiero huir del silencio hacia tu encuentro. Estoy segura que me he perdido y sé que cuando te busco me guiarás nuevamente hacia mi hallazgo, porque para ti nada importa, no existe la razón, no juzgas mis pasos, solamente somos tú y yo unidas, en este mundo utópico que creé para ti y para mí.
En mi camino hacia ti, me llevas a lugares nuevos, cada vez me sorprendes con hermosos lugares inexplorados, en ellos vuelo a encontrar la paz y me vuelvo a encontrar a mí. De repente mis sentidos se despiertan, te huelo, te siento, me abrazas, me amas y te amo.
Llamas mis memorias y recuerdo los días de juventud, mi falda azul, el olor frutal de mi cabello y el sol en mi piel, recuerdo que corría con un libro de mi mano escondida entre las montañas, saltando riachuelos. En aquella época éramos una, no sabía lo feliz que era, cuánta vida irradiabas en mi corazón.
En mi despertar de la vida, llegué a la conclusión que fuiste tú el primer destello que me inspiró, ¡eras tú!, ¡fuiste tú siempre!, estuviste ahí en lo recóndito de mi ser desde el primer momento. Me gustaba verte, admirarte, tan bella, tan perfecta, perpetuamente inalienable, inconmensurable, inexorable.
Con mansa dulzura has abierto tus horizontes hacia mí, nos hemos reencontrado. Ya no somos dos extrañas, he caminado por tus calles, he andado por tus senderos, he cruzado tus riachuelos, me tomaste de la mano para viajar alrededor del mundo y todos tus bastos espacios me recuerdan a casa.
Entonces sé que mi casa está en mí, que mi hogar vive en mi interior y cuando la verdad se despliega ante mis ojos, sé que ya no estoy perdida y si algún día me vuelvo a perder, tengo la certeza que a la vuelta de la esquina a ciegas siempre me vas a esperar para volver a recordar, siempre.
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